viernes, 22 de junio de 2007

MEDICINA FAMILIAR: DEPRESSED,,, DEPRESION.

DEPRESION.
Es una enfermedad muy frecuente en la poblacion que muchas veces parece tan ovio el diagnostico que la menospreciamos y a la vez devaluamos a quien la padece..no toda la gente trizte o abatida padece depresion pero si todos los deprimidos se sienten melancolicos, tristes o desanimados.
Los gente melancólica, triste o desanimada, puede oadecer trastornos del sueno pero quien no ha tenido una mala noche?....por culpa de las tribulaciones o el estress cotidiano.
el insomnio es fatal ya que consume la energia vitas d euna persona asi como lo hace presa facil de la ira y la ansiedad.
Se ponen flacos por su agitación y llegan a perder el sueño vivificante... se quejan de miles de sutilezas y en ocaciones llegan a desear la muerte.

Desgarran sus propios miembros con espíritu religioso y para tributar una especie de homenaje a los dioses exigen este sacrificio , incluso s e creen presas de laguna nefermedad mortal o ideas delirantes u obsesiones que los hacen desligarse d ela realidad y la cordura.
1.- La depresión es una enfermedad médica
2.- La depresión no es culpa del paciente o de su grupo familiar
3.- La depresión puede ser tratada.
4.-lo mejor es el area medica con mas estudios y adelantos en la actualidad.
· De la “melancolía” a la “depresión”.

Los sentimientos de abatimiento en sus formas menos graves tienen funciones filogenéticas adaptativas como, por ejemplo, recabar la atención y el cuidado de los demás, constituir un modo de comunicación de situaciones de pérdida o separación, o ser un modo de “conservar energía” para hacer frente a ulteriores procesos de adaptación. Sin embargo, bien por su duración, por su frecuencia, por su intensidad o por su aparente “autonomía”, estos sentimientos pueden interferir con la capacidad adaptativa de la persona que los sufre. Pueden llegar a ser patológicos.

Los intentos más remotos de comprender “científicamente” la depresión se deben a Hipócrates, quien emplea el término “melancolía” para dar cuenta de estos estados. Para Hipócrates, la melancolía se debe a desequillibrios en la secreción de bilis negra. La palabra depresión se comenzará a utilizar con frecuencia durante el siglo XIX.

El cambio conceptual fundamental lo proporciona Kraepelin a fines del siglo pasado. Diferenció la demencia precoz (llamada esquizofrenia poco después por Bleuer) de la enfermedad maníaco-depresiva.
Estas dos enfermedades básicas se diferenciarían por su historia familiar, su curso y gravedad:
Los maníacos-depresivos tendrían una mayor historia de antecedentes de la enfermedad, menor gravedad y un curso menos crónico que las personas con esquizofrenia.
Sin embargo el término “maníaco-depresivo” de Kraepelin incluía cuadros que hoy denominaríamos depresión mayor, distimia, trastorno bipolar o ciclotimia. Las clasificaciones actuales acotan mucho más el concepto de depresión y no se restringe a formas tan graves, amlias e incapacitantes.

Para Kraepelin las causas de la enfermedad maníaco-depresiva eran innatas e independientes de las causas sociales o psicológicas. Una posición que muchos autores de esa época como Freud o Meyer no compartían.
· De la “locura maníaco depresiva” a la “bipolaridad”
El término manía tiene su origen en los escritos de Hipócrates; pero , a diferencia de su uso actual, el termino no estaba relacionado con el estado de ánimo, sino que se utilizaba para describir a pacientes con etsados delirantes, psicóticos que, a diferencia del denominado delirio, cursaban sin “fiebre”.

Es a mitad del siglo XIX cuando la observación durante años de pacientes internados en hospitales permite a los franceses Falret y Baillarger describir con más precisión pacientes que presentan síntomas depresivos y maníacos de forma circular. Esta observación influyó en la concepción de Kraepelin al acuñar el término algo impreciso de “locura maníaco depresiva” bajo la que, incluía casos de depresión no circulares que hoy en día se diagnosticaría como depresión mayor o distimia.

El psiquiatra Leonhard en 1957 fue el primero en separar los trastornos afectivos en “bipolar” (personas con trastornos maníacos depresivos o circulares) y “monopolar “personas con historia solo de depresión o sólo de manía).

Desde los años 70, en EEUU, se ha venido utilizando la distinción entre Bipolar I y Bipolar II:
Bipolar I: aquellos casos en que ha existido algún episodio de manía.
Bipolar II: aquellos casos en que habrían existido simplemente episodios de hipomanía.
II. Conceptos generales.
Sentirse triste o deprimido no es un síntoma suficiente para diagnosticar depresión. Esta distinción es importante , puesto que la depresión entendida como síntoma está presente en la mayor parte de los cuadros psicopatológicos (por ej: esquizofrenia, obsesiones..) y en otras condiciones médicas, sin que por ello constituya un síndrome depresivo.
En segundo lugar no resulta fácil diferenciar la depresión clínica de los estados de ánimo depresivos más o menos transitorios y cotidianos. Los teóricos de la depresión no han llegado a un acuerdo respecto a las fronteras que delimitan una respuesta depresiva “normal” de una “patológica”. Para algunos autores los estados depresivos varían en una única dimensión, un continuo de gravedad, de tal modo que los cuadros depresivos se diferenciarían sólo por la intensidad cuantitativa de los síntomas.
Para otros, la depresión normal difiere cualitativamente de la depresión patológica y, a su vez, en ésta pueden diferenciarse subtipos. Por otro lado, a diferencia de los estados normales de tristeza, la depresión impregna todos los aspectos del funcionamiento de la persona y, en cierto modo, el estado de ánimo parece tener vida en sí mismo, autonomía, de modo que apenas reacciona ante sucesos externos y parece “independiente” de la voluntad de la persona que lo padece.
III. Clasificación de los Trastornos Anímicos
A. Dicotomías Descriptivas
Se han contabilizado hasta 53 subtipos diferentes de depresión (por ejemplo: enmascarada, existencial, juvenil, melancólica, menstrual, etc). Algunas de las dicotomías que han sido más empleadas a lo largo de las pasadas décadas para clasificar los trastornos afectivos son:
· Endógena-reactiva
El debate se originó, en parte, por la contraposición entre la visión freudiana y la kraepeliana. Es decir la discusión entre causas psicológicas frente a causas biológicas.
El eje endógeno-reactivo alude a una supuesta distinción entre depresiones biológicas (o endógenas) y depresiones psicosociales (o reactivas). Esta distinción etiológica no tiene ningún apoyo empírico; por ejemplo, muchos estudios han demostrado que las depresiones de aquellas personas que reciben el diagnóstico de “depresión endógena” han padecido factores estresantes ambientales en la misma intensidad que aquellas otras a las que se le diagnostica una “depresión reactiva”. La existencia o no de precipitantes psicosociales es irrelevante para distinguir los subtipos de depresión o para efectuar cualquier clasificación de los trastornos afectivos.
Esta distinción suele utilizarse para distinguir dos subtipos de depresión que difieren entre sí por sus síntomas pero no por su etiología: Las depresiones endógenas (hoy llamadas melancólicas) serpían aquellas con mayor sintomatología vegetativa (perdida de peso, insomnio, retardo psicomotor, etc.) y síntomas graves como el suicidio, y más recurrentes. Mientras que la depresión endógena tiene una razonable validez si nos atenemos a este patrón específico de síntomas, existe un apoyo empírico escaso que justifique el término de “depresión reactiva”. Así pues se utiliza la distinción entre “depresiones endógenas” y depresiones “no endógenas”, dejando asi de lado el concepto de reactividad.
2. Psicótica-neurótica
Esta diferencia diagnóstica ha desaparecido en las clasificaciones más modernas y fiables.
En el contexto de los trastornos afectivos el término de “depresión psicótica” se ha utilizado para designar indistintamente depresiones endógenas, depresiones graves o depresiones con síntomas psicóticos (alucinaciones y delirios). Por otro lado el término depresión neurótica también ha sido empleado para denominar depresiones ligeras, depresiones secundarias a trastornos de personalidad, estados depresivos crónicos, etc. En realidad bajo la distinción “psicótica vs neurótica” subyace simplemente una distribución unimodal basada en la gravedad sintomatológica. Debido a esta imprecisión conceptual y terminológica se ha desaconsejado el uso de esta dicotomía clasificatoria.
No obstante el DSM-III y sus sucesores conservan el término de “psicótico” para clasificar aquellos trastornos afectivos en los que existen o bien delirios (normalmente ideas delirantes de culpa, de enfermedad o de ruina económica) , o bien alucinaciones voces acusatorias o visiones de familiares fallecidos) acompañando al trastorno depresivo.
· Unipolar-Bipolar
Esta dicotomía es la que más se emplea en la actualidad en los sistema de clasificación oficiales. El trastorno bipolar o maníaco-depresivo en anteriores terminologías se caracterizaba por la aparición de episodios de manía (existan o no episodios depresivos). Por el contrario, los trastornos unipolares depresivos se caracterizan porque el sujeto tiene episodios de depresión sin que nunca haya padecido un episodio maníaco. Los unipolares son 10 veces más frecuentes que los bipolares.
Lo más habitual es que en el transcurso de la vida el paciente bipolar presente episodios de depresión y de manía con una duración de varios meses cada uno de ellos. Un paciente que presente un episodio de manía sin que nunca haya tenido un episodio depresivo también se diagnostica como bipolar, pues es muy probable que a lo largo de su vida alguna vez desarrollen episodios depresivos.
Sintomatológicamente no hay diferencias entre el estado depresivo de un paciente bipolar y el de u n bipolar. Ambos, cuando están deprimidos, tienen el mismo patrón de síntomas y con las misma intensidad. Sin embargo existen diferencias en cuanto al curso, genética y respuesta al tratamiento.
· Primaria-secundaria
“Primario” hace referencia a cuadros en los que el trastorno del estado de ánimo (depresivo o bipolar) existe aisladamente, sin la presencia actual o pasada de otro cuadro distinto al afectivo (alcoholismo, fobias, TOC, esquizofrenia, trastornos orgánicos cerebrales, etc). Por el contrario los trastornos anímicos secundarios hacen referencia a pacientes “con un trastorno médico o psiquiátrico preexistente y diferente a la depresión o a la manía”. Por lo tanto esta distinción alude a un orden de presentación. La idea es separar depresiones puras o aisladas de otras en las que haya cierta contaminación de otros cuadros médicos o psiquiátricos coexistentes.
Esta diferencia es importante tanto desde el punto de vista descriptivo como para la predicción del curso y el manejo clínico. En general las personas con trastornos primarios están bien entre cada episodio, porque hay otro trastorno que complique la situación, pero por el contrario tienen mayor riesgo de suicido que los secundarios (con excepción del caso del alcoholismo).
· La clasificación del DSM-IV
La clave para comprender el sistema diagnóstico de los trastornos de estado de ánimo es el concepto de episodio. El DSM-IV distingue tres tipos de episodios: episodio depresivo mayor, episodio maníaco y episodio hipomaníaco. La combinación de uno u otro modo de estos episodios, o cumplir plenamente o no los criterios diagnósticos de los mismos, es lo que va a configurar la definición de los diversos tipos de trastornos específicos del estado de ánimo. Por ejemplo la distinción entre “trastornos depresivos” y “trastornos bipolares” obedece a la presencia o no de episodios maníacos: los trastornos depresivos son aquellos en los que nunca ha habido espisodios maníacos o hipomaníacos en la vida del sujeto, mientras que los trastornos bipolares son aquellos en los que el sujeto -haya padecido o no depresiones en su vida- manifestó alguna vez episodios maníacos o hipomaníacos.
III. Trastornos Depresivos
· Síntomas depresivos
El cuadro que presenta una persona deprimida puede ser muy variado en cuanto a sus síntomas y también en cuanto a su evolución temporal. En algunos casos se trata de formas episódicas y en otros se trata de un estado de síntomas permanente de modo casi continuo. También puede variar su gravedad: en algunos casos se trata de estados más bien leves, y en otros existen deseos o intentos de suicidio. Pero en general, cualquier persona deprimida es prbable que presente un conjunto de síntomas y signos que se puede reducir a 5 grandes núcleos:
· Síntomas anímicos
La tristeza es el síntoma anímico por excelencia de la depresión. Pero aunque los sentimientos de tristeza, abatimiento, pesadumbre o infelicidad sin los más habituales, a veces el estado de ánimo predominante es la irritabilidad, sensación de vacío o nerviosismo. Incluso en casos d depresiones graves el paciente puede llegar a negar sentimientos de tristeza, alegando con aparente inmutabilidad que ahora es incapaz de tener ningún sentimiento; en estos casos es normal que los pacientes digan que les es imposible llorar.
· Síntomas motivacionales y conductuales.
La anhedonia o perdida de la capacidad de disfrute es junto con el estado de ánimo deprimido el síntoma principal de un estado depresivo. Levantarse de la cama por las mañanas po asearse pueden convertirse en tareas casi imposibles y, en muchos casos, se abandonan el estudio, trabajo, etc. en su forma más grave este tipo de inhibición conductual se conoce como retardo psicomotor, un enlentecimiento generalizado de las respuestas motoras, el habla, el gesto, y una inhibición motivacional casi absoluta.
· Síntomas cognitivos
El rendimiento cognitivo de una persona deprimida esta afectado. La memoria, la atención y la capacidad de concentración pueden llgar a resentirse drásticamente incapacitando su desempeño en tareas cotidianas. Pero aparte de estos déficits formales, el contenido de las cogniciones esta alterado, la valoración que hace una persona deprimida de sí misma, de su entorno y de su futuro suelen ser negativas. La autodepreciación, la autoculpación y la pérdida de autoestima suelen ser contenidos claves de las cogniciones de estas personas.
· Síntomas físicos
Un 70 u 80% padecen problemas de sueño. Normalmente se tarta de insomnnio (problemas para quedarse dormido, despertares frecuentes a lo largo de la noche, o despertar precoz), si bien en un pequeño porcentaje puede darse hipersomnia. Otros síntomas físicos son: fatiga, perdida de apetito, disminución del deseo y la actividad sexual que, en los hombres incluso puede acompañarse de problemas en la erección. También los deprimidos se quejan con frecuencia de molestias corporales difusas: dolores de cabeza, de espalda, náuseas, vómitos, estreñimiento, micción dolorosa, visión borrosa, etc.
· Síntomas interpersonales
Una importante característica de las personas deprimidas es el deterioro en las relaciones con los demás. Estos pacientes normalmente sufren el rechazo de las personas que les rodean , lo que a su vez reactúa aislándoles aún más. Esta área puede ser el foco de interés en el futuro, puesto que un funcionamiento interpersonal inadecuado en estos pacientes ha mostrado ser un buen predictor de un peor curso de la depresión.
· Clasificación y Cuadro Clínico
· El Concepto de “episodio depresivo mayor”
El concepto clave de los trastornos depresivos es el de “Episodio Depresivo Mayor”. Se define por la presencia simultánea de una serie de síntomas importantes durante un período prácticamente continuado de 2 semanas. Además se requiere que al menos uno de esos síntomas sea necesariamente o bien un estado de ánimo triste deprimido, o bien una pérdida del placer (anhedonia) con las cosas que uno solía disfrutar. Además se requiere que estos síntomas interfieran con la vida del paciente.
Junto a estos elementos de inclusión, el diagnóstico de episodio depresivo mayor requiere cumplir dos criterios adicionales de exclusión:
· que los síntomas no sean causados por una enfermedad o ingesta de sustancias.
· que los síntomas no se deban a una reacción de duelo normal por la muerte de un ser querido.
El DSM-IV plantea los siguientes niveles de gravedad:
· ligero: para cuadros en los que existan pocos síntomas más que los mínimos requeridos para el diagnóstico , y el deterioro laboral o social existe pero es pequeño.
· Moderado: deterioro social moderado.
· Grave no psicótico: presencia de bastantes síntomas más que los mínimos requeridos y además existencia de un deterioro marcado ocupacional, social o interpersonal.
· Con características psicóticas: episodios en los que existen delirios o alucinaciones. En este caso conviene señalar, si es posible, si estos síntomas son congruentes con el estado de ánimo (delirios de pobreza o enfermedad, o voces inculpatorias) o incongruentes (delirios de persecución, inserción de pensamiento, etc.): se supone que el tipo de síntomas psicóticos puede afectar el curso general del trastorno.
· En remisión parcial: estado intermedio entre “ligero” y “en remisión total”.
· En remisión total: no ha habido signos o síntomas significativos en los pasados 6 meses.
Quizá lo más importante de esta valoración es que el término psiótico se reserva únicamente a un aspecto sintomatológico: la presencia de delirios y/o alucinaciones, dejando de lado otros posibles significados que pueden inducir a confusion.
El DSM-IV propone que un espisodio depresivo puede tener características de “melancolía” cuando ocurren una serie de síntomas (ver tabla a continuación). No obstante aunque persiste este subtipo de clasificación en todos los sistemas diagnósticos, hay dudas sobre su validez. En general el patrón de melancolía no implica mayor gravedad ni una causa diferente, sino mayou componente de síntomas vegetativos y anhedonia.
Episodio Depresivo Mayor Melancólico (DSM-IV)
A. Durante el período peor del episodio actual:
a) Pérdida de placer generalizada, o
b) Falta de reactividad ante estímulos positivos.
B. Presencia de por lo menos TRES de los siguientes síntomas:
1) Cualidad diferente del estado de ánimo.
2) Normalmente peor por las mañanas.
3) Insomnio tardío.
4) Retardo o agitación psicomotriz.
5) Anorexia significativa o perdida de peso.
6) Culpa excesiva o inapropiada.
· Trastorno depresivo mayor.
El término Trastorno depresivo mayor es el que se emplea para describir a una persona que presenta un episodio depresivo mayor y además cumple una serie de condiciones adicionales:
· nunca ha tenido un episodio de manía o de hipomanía (en cuyo caso estaríamos frente a un trastorno bipolar); y
· no se trata de un caso de esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo, o un trastorno psicótico, es decir, no se trata de un problema “jerárquicamente” superior a los trastornos del estado de ánimo.
Sólo se pueden diagnosticar dos tipos de Trastorno depresivo mayor:
· de episodio único: para aquellos que el episodio actual sea el unico que hallan tenido en sus vidas.
· Recurrente: para aquellos casos en los que ha habido por lo menos algún otro episodio depresivo mayor en su vida)
3. Distimia.
Se trata de estados depresivos muy prolongados, prácticamente crónicos, que sin llegar a cumplir los criterios del” episodio depresivo mayor” se caracetrizan por la presencia de sintomas depresivos:
Trastorno Distímico (DSM-IV)
A. Estado de ánimo deprimido prácticamente todo el día, y más días presente que ausente, durante al menos DOS AÑOS.
B. Presencia de al menos TRES de los siguientes síntomas, que acompañan este estado de ánimo:
1) Baja autoestima, baja autoconfianza o sentimientos de inadecuación.
2) Pesimismo, desesperación o desesperanza.
3) Pérdida generalizada del interés o placer.
4) Aislamiento social.
5) Fatiga o cansancio crónicos.
6) Sentimientos de culpa o repaso del pasado.
7) Sensación de irritabilidad o ira excesivas.
8) Eficacia general disminuidas.
9) Problemas de concentración, memoria o indecisión.
C· Durante esos 2 años, no ha habido un período de más de dos meses libre de los síntomas de A y B.
D. En los primeros dos años del trastorno no hubo un episodio depresivo mayor, de modo que el trastorno no puede considerarse un trastorno depresivo mayor crónico o en remisión parcial.
E. Nunca ha habido un episodio maníaco o hipomaníaco.
F. No ocurre exclusivamente en el curso de un trastorno psicótico como esquizofrenia o trastorno delirante.
G. No debido a medicamentos, drogas, o a una condición médica general.
(Especificar si es de inicio temprano (antes de los 21 años) o tardío (después de los 21 años))
La diferencia fundamental con los trastornos depresivos mayores es que los distímicos muestran una sintomatología de tipo semejante pero menos grave, más sostenida en el tiempo, y rara vez requiere hospitalización.
Un aspecto importante en el diagnóstico de la distimia consiste en efectuar una adecuada exclusión de otras posibilidades diagnósticas. En primer lugar, una distimia no es un estado de depresión subsindrómica tras experimentar un trastorno depresivo mayor. Por ejemplo: si la primera experiencia de trastorno afectivo de un paciente fue un trastorno depresivo mayor hace tres o cuatro años y aunque mejoró mucho nunca se ha mejorado del todo, no nos encontramos frente a un caso de distimia -aunque cumple los criterios A y B- sino en un caso de trastorno depresivo mayor en remisión parcial. Otro aspecto a tener en cuenta es que, al tratarse de un trastorno depresivo, el paciente nunca ha debido tener en su vida un episodio de manía o hipomanía. Finalmente se requiere que este cuadro no sea debido a trastornos psicóticos ni al uso de medicamentos o drogas.
· Trastorno depresivo no especificado.
Permite dar nombre a aquellos trastornos depresivos que el clínico juzga que no se adecuan bien ni al concepto de trastorno depresivo mayor ni al de distimia. El DSM-IV incluye diversos tipos de depresiones que pueden ser clasificadas en este apartado:
· trastorno disfórico premestrual: síntomas depresivos casi sistemáticos que se dan durante la ultima semana del ciclo menstrual y que remiten en los primeros días de la menstruación.
· Depresión pospsicótica en la esquizofrenia: aparición de un episodio depresivo mayor durante la fase residual de los episodios esquizofrénicos.
· Depresión menor: Trastorno en el que se cumplen las dos semanas requeridas de síntomas para el episodio depresivo mayor, pero sin embargo se dan menos de los cinco síntomas requeridos para este diagnóstico
· Trastorno depresivo breve recurrente: trastorno caracterizado por la presencia de cortos episodios depresivos -con una duración entre dos días y dos semanas- produciéndose al menos una vez al mes durante los 12 meses.
· CURSO
1. Depresión Mayor
El curso de la depresión mayor es muy variable. Aunque la mayor parte de las personas que sufren un episodio depresivo acaban recuperándose en 1 o 2 años, aproximadamente un 15% de los casos va a tener un curso crónico (2 años o más deprimidos), en concreto, el 18% de los pacientes con depresión permanecería deprimido tras dos años de seguimiento, y el 10% estaba aún deprimido al cabo de 5 años.
Factores que incrementan la probabilidad de la recurrencia y/o recaídas en la depresión
· trastorno bipolar
· antecedentes de cronicidad previa
· número de episodios previos
· gravedad del episodio inicial
· mala respuesta al tratamiento agudo.
· Comienzo tardío del primer episodio
· Mayor edad
· Pocas semanas o meses desde el último episodio
· Presencia de estresores psicosociales crónicos.
· Presencia de distorsiones cognitivas no tratadas.
El mayor riesgo de recaídas está en los primero meses después de recuperarse de un episodio depresivo. El primer año constituye un período de alto riesgo, pero a medida que transcurre el tiempo sin que haya una recaída, la posibilidad de otro episodio es cada vez menor. La existencia de varios episodios previos de depresión en el curso de la vida hace que la probabilidad de recaída sea también mayor. Otro importante predictor de recaídas es el tipo de depresión: las depresiones secundarias tienen un peor pronóstico que las primarias.
Por último, los casos enlos que hay síntomas psicóticos, especialmente si son incongruentes con el estado de ánimo, se recuperan mas lentamente que los deprimidos sin sintomas psicóticos, aunque a largo plazo sus tasas de recuperación son prácticamente iguales.
2. Distimia
Por definición, la distimia se diagnostica como un cuadro caracterizado por la persistencia de prolongada de síntomas depresivos que, en ocasiones, en períodos de exacerbación de síntomas, puede llevar a la manifestación de un episodio depresivo. Los datos de recuperación de la distimia son, en consecuencia, peores que los de la depresión. Por ejemplo, los distímicos tienen una tasa de recuperación en torno al 40% al cabo de un año, mientras que los pacientes con depresión mayor era casi del doble (un 75%) en ese mismo período. Por otro lado los pacientes con depresión doble se recuperan antes del episodio depresivo que los pacientes que sólo presentan episodios depresivos mayores, las recaídas son más rápidas que en estos últimos, lo que indica que en las depresiones dobles, los cambios son mas rápidos pero las mejorías más transitorias.
3. Trastornos depresivos no especificados
No puede hacerse un juicio global ,dado que constituyen un grupo demasiado heterogéneo.
· EPIDEMIOLOGIA
Los trastornos anímicos son el trastorno más frecuente en los hospitales privados y en públicos.
· Trastorno depresivo mayor
Aproximadamente el 5% del conjunto de la población adulta ha presentado o presentará un episodio de depresión mayor en el transcurso de la vida. Las cifras de prevalencia del Trastorno depresivo mayor son prácticamente el doble en las mujeres que en los hombres. En cualquier caso, esta diferencia sexual puede ser un indicio de la existencia de factores genéticos contribuyentes a la manifestación fenotípica de esta alteración, o bien reflejar la existencia de tempranas diferencias educativas entre los niños y las niñas, por ejemplo, ante un suceso estresante, la mujeres tienden mas a “rumiar” y hacer preguntas sobre la causa de su estado, amplificando así su estado de ánimo negativo, mientras que los hombres parecen tener una tendencia mayor a dedicarse a actividades que les distraigan y les hagan olvidar de su estado de tristeza.
El riesgo no es igual para todos los grupos de edad. El riesgo más elevado se observa en los jóvenes adultos (25-44 años). A partir de esa edad el riesgo de padecer un trastorno depresivo mayor disminuye tanto en mujeres como en hombres.
Otros factores de riesgo a tener en cuenta son los factores como acontecimientos estresantes vividos como graves y muy amenazantes, y las situaciones de perdida familiar; de hecho, los casos de comienzo temprano -alrededor de los 20 años- suelen tener más antecedentes familiares que aquellos en los que la depresión es de comienzo tardío -después de los 40 años-.
Parece muy improbable que el stress por sí solo cause trastornos depresivos plenos, si bien en combinación con otros factores, como por ejemplo ideas negativas y depresivas, una falta de apoyo social y afectivo, pérdida de alguno de los padres en la infancia o una historia previa de depresión pueden incrementar el riesgo de depresión y, especialmente, el riesgo de recaídas.
2. Distimia
Aproximadamente un 3% de la población ha presentado alguna vez en su vida un período distímico. En cuanto al sexo la relación es muy parecida a la presentada anteriormente. La ratio mujer:hombre es de 2:1.
Los datos parecen indicar que la distimia es un trastorno m{as frecuente en los grupos de mayor edad y que, con excepción de algún grupo de edad concreto, el nivel socioeconómico no afecta las tasas de aparición del cuadro. Tanto en la distimia como en el trastorno depresivo mayor se observa riesgo prácticamente doble en solteros que en casados especialmente en el grupo de adultos (45-65 años). Las tasas de distimia son también casi el doble en el ámbito urbano que en el rural.
En cuanto a la edad media de inicio, mientras que las depresiones mayores suelen comenzar hacia los 35 años, las distimias comienzan en etapas anteriores, incluso en la infancia o en la adolescencia.
3. Depresiones no especificadas
Los datos son muy escasos. Posiblemente la ratio sexual es muy parecida a la de la depresión mayor (unas 2 veces más frecuente en las mujeres), pero no se tienen datos fiables de prevalencia en la población general.
· EVALUACIÓN DE LA DEPRESIÓN
Hay muchos modos de explorar la depresión. Desde el punto de vista de la intensidad de los síntomas, los instrumentos clínicos más empleados son las escalas autoaplicadas, como el inventario de depresión de Beck. Una puntuación alta en una escala de depresión no nos garantiza que esa persona padezca un trastorno depresivo. Puede tener muchos síntomas, pero no cumplir con los criterios de un episodio depresivo mayor. Los cuestionarios son por lo tanto, instrumentos inespecíficos.
Hay que tener en cuenta varios parámetros en la exploración psicopatológica de los síntomas depresivos:
· la cronología de los síntomas. Es importante sobre todo para determinar si un factor médico o un consumo de sustancias pueden ser el factor causal de los síntomas.
· La duración del trastorno es crucial para diferenciar una distimia de un trastorno depresivo mayor, o una ciclotimia de un trastorno bipolar I.
· La determinación de la existencia o no de un episodio maníaco en la vida del paciente, puesto que esta distinción permite diferenciar entre trastornos depresivos de bipolares.
· Un cuarto elemento a considerar es si el episodio depresivo es de tipo melancólico, puesto que es probable que la psicoterapia no debiera ser el tratamiento inicial de elección en estos casos.
· Es importante la exploración de síntomas psicóticos.
1. Exploración de un Episodio depresivo mayor
En el caso de una depresión no resulta siempre fácil obtener información de una persona deprimida. Su frecuente falta de interés y de motivación también puede extenderse a la entrevista, haciendo a veces frustrante la tarea. Es recomendable evitar el término depresión con los pacientes para describir su estado. La exploración del paciente ha de centrarse no solo en los episodios actuales sino también pasados, y naturalmente explorar si ha habido algún episodio de manía, en cuyo caso el trastorno se clasificaría como bipolar, independientemente de que su estado de ánimo sea el depresivo o no. El DSM-IV requiere la presencia de al menos 5 de los siguientes síntomas, (siendo necesaria la presencia del 1 y el 2), casi diariamente y durante la mayor parte del día, durante al menos dos semanas:
· Estado de ánimo deprimido: es importante preguntar cual es el mejor y el peor momento del día, y si hay algo que ayude a sentirse mejor, pues estos aspectos están relacionados con la melancolía.
· Anhedonia
· Cambios de peso y/o de apetito: aumento o disminución del peso en un mes del 5% sobre el peso habitual a veces es difícil valorar este síntoma porque puede que el paciente:
· tenga poco apetito para la comida, pero sin embargo coa muchos dulces o tenga estereotipias alimentarias;
· tenga una enfermedad física o medicación que afecte su apetito o peso.
· Como tanto como siempre, pero diga no disfrutar nada con la comida, y
· Tenga un apetito con muchos altibajos.
En todos los casos es conveniente preguntarse: (1) ¿es esta condición diferente a lo que sucede normalmente en esta persona?, (2) ¿lo vive el paciente como un problema? Si las respuestas a ambas preguntas es afirmativa, se considera que el síntoma está presente.
· Trastornos del sueño: se debe explorar tanto el
· insomnio inicial (tardar mas de 30 minutos en quedarse dormido)
· insomnio medio (despertarse mas de 30 minutos durante la noche con dificultades para volver a dormir)
· el insomnio tardío (se considera cuando el paciente dice despertarse, sin poder volver a dormir, entre 1 y 3 horas antes de la hora que era habitual)
se debe analizar también cómo es el estado de somnolencia del paciente durante las 24 hs dl día, así como si el sueño es reparador o no, el tiempo que pasa en la cama, etc.
· Trastornos psicomotores: hace referencia tanto al retardo como a la agitación psicomotriz. Normalmente el retardo se expresa en un habla o movimientos enlentecidos. La agitación suele manifestarse en locuacidad verbal, a veces en hablar a gritos, no poderse estar quieto.
· Fatiga o pérdida de energía: la sensación de estar cansado puede aparecer incluso aunque el paciente no haga nada. Esta sensación de fatiga puede estar incrementada si también existen problemas de sueño. Es necesario hacer preguntas para distinguir entre pérdida de energía y pérdida de interés, puesto que son síntomas diferentes. A veces, los netrevistados dicen carecer de energía, pero en realidad se trata de una disminución en el interés.
· Sentimientos excesivos de falta de valía, autoreproches o culpa: para la valoración de la culpa el clínico debe tener en cuenta en el contexto cultural, religioso y social en que se mueve el paciente.
· Dificultad para concentrarse, pensar o tomar decisiones: las preguntas típicas tienen que ver sobre si el paciente es capaz de seguir una conversación o un programa de televisión, concentrarse en el trabajo, etc.
· Pensamientos recurrentes de suicidio o muerte : las ideas o tentativas de suicidio son el único síntoma de la lista que no requiere una presencia casi diaria y durante prácticamente la mayor parte del tiempo. Simplemente la presencia de ideas de muerte o de suicidio repetidas bastan para la presencia del síntoma.
Cuando un paciente cumple 5 o mas de estos síntomas no implica automáticamente diagnosticar la presencia de un “episodio depresivo mayor”. Hay que continuar la exploración para comprobar que efectivamente existe un deterioro psicosocial importante y que toda esta condición no se debe ni a efectos de sustancias o de una condición médica (por ejemplo demencia), ni a efectos de una reacción de duelo normal.
Esto nos serviría para confirmar la existencia de un Episodio depresivo, pero no de un trastorno concreto. Si el episodio existe realmente, habrá que ver si se tara de un trastorno depresivo mayor o de algún tipo de trastorno bipolar.
La exploración clínica naturalmente no acaba en el análisis de los síntomas y en el posible diagnóstico. Hay que indagar sobre los factores causales y de mantenimiento (sucesos vitales, redes de apoyo social, nivel de actividad) y analizar los problemas importantes para la persona (dificultades matrimoniales, problemas en las relaciones personales, etc.)

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